Llegué desde la Ignorancia,
con ímpetu soñador, con una sonrisa nerviosa.
Sin moverte atrapaste las estrellas y en tus brazos se recuperaron almas perdidas.
Nos obligaste a caminar, tan heridos por la música de la ansiada Libertad.
Dudaste de Dios y el Sol se hospedó en tus Palabras, las que nos forzaron a volar, con la energía de tu ánimo.
Eres imprescindible.
Cada amanecer es lucha.
Cada día, una condena a la realidad.
La Universidad eres tú.
Existimos.

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