Salamanca, te desvaneces en el abismo de un deseo infantil,

alcanzar la gloria sin luchar.

Te piden sacrificio y te apartas

¿Compromiso?, Huyes

Y callas cuando has de gritar

Y te escondes ante nuestra necesidad

Y en la lucha nos abandonas.

Vives de tu magia, de tus contornos, de tu preciosa imagen,

de los cantos de grandes hombres y mujeres que combatieron por tí.

Amarga ciudad,

Cortesana de los poderosos,

¿Quién te cubrió de espléndidas joyas? Plata y piedra dorada sobre tu cuerpo medieval.

La culta y hermosa princesa Leonesa se paseó, arrogante, por Europa y tierras desconocidas, vestida de sonrisa para ocultar la desolación de sus vástagos…

Y, aún así, ¡te amamos!